Al día de hoy, y a tan solo unos cuantos meses de que termine el 2021, el COVID-19 sigue siendo tema de conversación, y una enfermedad que sigue afectando la vida de todas las personas a nivel mundial.
Los médicos y científicos alrededor del mundo siguen estudiando para conocer más sobre esta enfermedad, sus secuelas, y sobretodo, cómo combatirla. Pero la realidad es que sigue provocando estragos, y al mismo tiempo, afectando la vida de las personas.
Al mismo tiempo, cada vez son más las personas que han empezando a hablar sobre una de las secuelas del COVID-19; se trata de la parosmia.
Es importante hablar de esto porque es uno de los síntomas característicos del COVID-19, pues la pérdida del olfato y el gusto que experimentaron algunos de los infectados, pronto se convirtió en la principal señal alerta de contagio.
De hecho, estudios recientemente publicados sostienen que el 47% de los pacientes con COVID-19 han sufrido algún cambio en el olfato o el gusto, y que alrededor de la mitad de estos han desarrollado parosmia.
¿Qué es la parosmia?
La parosmia se define como un trastorno del olfato asociado a las secuelas del COVID-19 persistente, entre otras patologías, que hace que el afectado perciba los olores distorsionados o desagradables sin serlo.
Algunos médicos afirman que la parosmia es un tipo de trastorno de la cualidad del olfato, no de la cantidad. Esto quiere decir que las personas que dicen que las cosas ya no les huelen igual que antes, tienen un trastorno de la cualidad del olfato, que también puede alterar el gusto.
También, es importante mencionar que este trastorno es una de las secuelas de COVID-19 que no tienen tratamiento médico específico, y la única solución es esperar a que los sentidos del gusto y el olfato se restituyan.
Hablar de la parosmia es hablar de un sin de historias y testimoniales de personas que están lidiando con esto, aún y después de que ya no están enfermas. Son personas a las que les disgustan cierto tipo de olores que quizá antes les gustaban.
Frutas que saben a jabón, café que huele a gasolina, gente que percibe el sabor del salmón fresco o el pollo como a podridos, o simplemente, gente que no tolera el sabor de la pasta de dientes, son ejemplos de este trastorno que es una secuela del COVID-19.
¿Por qué el COVID-19 provoca la pérdida de los sentidos del gusto y el olfato?
Médicos de la Facultad de Medicina de la UNAM, explican que tanto el sentido del gusto, como del olfato, también se pueden perder por enfermedades como rinitis alérgica, infecciones virales o por cualquier inflamación que afecte la mucosa de la nariz.
La explicación es que aparentemente, el COVID-19 afecta a células nerviosas que se encuentran en la nariz, y por ende, afectan al gusto.
Como ya se mencionó, no hay un tratamiento médico, pero los médicos afirman que
una de cada cinco personas puede llegar a recuperar estos sentidos en una semana, aunque hay quienes pueden tardar meses en recuperarlos.
A raíz de esto, cada vez son más los espacios que se pueden encontrar en redes sociales a manera de “grupos de apoyo”, en donde las personas cuentan su experiencia y publican remedios y terapias olfativas quizá para acelerar la recuperación de dichos sentidos.
Perder un sentido puede generar ansiedad, desesperación y depresión entre las personas, por lo que encontrar una red de apoyo de personas que estén enfrentando lo mismo, y con información acerca del tema, puede ayudar a que las personas que están sufriendo el trastorno de la parosmia, sobrelleven esto.
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