El consejo del distanciamiento social para evitar la propagación de la pandemia del coronavirus han intensificado el daño infligido por factores que ya aíslan a las personas y han vuelto irrelevantes muchos de los antídotos para el aislamiento.
Hace dos años, cuando Vivek H. Murthy, el exdirector general de Sanidad de Estados Unidos, comenzó las investigaciones para su libro “Together: The Healing Power of Human Connection in a Sometimes Lonely World” (juntos: el poder curativo de la conexión humana en un mundo a veces solitario), jamás imaginó cuán relevante sería el tema ahora que está a punto de ser publicado.
Como señala Murthy, estamos programados para tener una conexión humana que pueda contrarrestar los efectos biológicos dañinos del estrés y la ansiedad.
Por otro lado, las interacciones cara a cara ya han sido socavadas por “conversaciones” electrónicas en las que las necesidades y los sentimientos humanos son transmitidos con menor honestidad. Es probable que hablemos con mayor frecuencia con nuestras contestadoras automáticas que entre nosotros.
Después de todo, evolucionamos como una especie que prospera a partir de la conexión y la cooperación humana.
Si ponemos estos aspectos en espera, inevitablemente tendremos que pagar un precio y es probable que no sean solo las personas de edad avanzada quienes lo paguen, aunque muchas de ellas ya habían perdido el contacto humano significativo mucho antes de que el coronavirus atacara.
Según un nuevo informe de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina, el aislamiento social se ha relacionado con un aumento del 50 por ciento en el riesgo de padecer demencia, un 29 por ciento mayor riesgo de padecer enfermedades cardiacas y un 32 por ciento mayor riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares.
Los efectos dañinos de la soledad en la salud no se limitan a una edad en específica o grupo étnico. "Cualquiera de nosotros puede sufrir las consecuencias", como lo sugiere Murthy.
De acuerdo a diversos estudios, Murthy sostiene que el impacto del aislamiento social y la soledad en la longevidad equivale al de fumar quince cigarrillos al día y supera los riesgos asociados con la obesidad, el consumo excesivo de alcohol y la falta de ejercicio.
Para muchas personas, el consejo de evitar el coronavirus mediante el distanciamiento social puede aumentar el riesgo de sufrir daños físicos y emocionales por un contacto social inadecuado.
¿Qué pueden hacer las personas para minimizar el riesgo de sentirse solas cuando se les impide tener contacto humano directo?
Murthy explicó que la soledad es distinta a estar solo: “La soledad es la sensación subjetiva de que te hacen falta las conexiones sociales que necesitas: el sentimiento de cercanía, confianza y afecto de nuestros amigos verdaderos, seres queridos y comunidad”.
Dentro de esa definición se encuentran pistas importantes para contrarrestar los efectos del aislamiento físico que ahora debemos cumplir para desacelerar la propagación de esta infección mortal y posiblemente irrefrenable.
Lo mejor que podemos hacer en este momento es mantener a salvo a las personas más vulnerables y evitar que nuestros centros de salud y personal médico se vean abrumados por aquellos que lleguen a enfermarse gravemente.
Hasta ahora, esta pandemia ha suscitado la mejor disposición de las personas en muchas comunidades, y es de vital importancia mantener las conexiones humanas que restauran el alma.
Michele Weiner-Davis, una experta en relaciones personales de Boulder, Colorado, me dijo: “Ofrecerse a ayudar a otros, tender la mano, adoptar la perspectiva budista de concentrarse en el aquí y el ahora, puede inocular a una persona contra la ansiedad”.
Murthy aseguró que: “Ayudar a alguien puede ser una experiencia increíblemente poderosa que no solo crea una conexión entre las personas, sino que también nos confirma que estamos aportando algo valioso al mundo".
Una frase recurrente que escuché de todas las personas a las que les pregunté fue: si no estás haciendo nada más, “levanta el teléfono, llama a alguien y pregúntale cómo está”, dijo Weiner-Davis.
Stacy Torres, socióloga de la Universidad de California en San Francisco, coincidió: “Las llamadas telefónicas a la antigua son muy importantes. Puedes escuchar algo en la voz de una persona que no puede detectarse en un correo electrónico”.
Murthy afirmó que no es necesario que sea una conversación larga. “No se trata de buscar el tiempo, sino de hacer que el tiempo que tenemos disponible sea de mejor calidad”, dijo.
Una vez que haya terminado esta crisis viral, mi esperanza más preciada es que no olvidemos las lecciones que aprendimos durante este tiempo acerca del valor de crear y mantener conexiones significativas con otras personas.
Como señaló Murthy, “Si queremos ser una sociedad más fuerte y resiliente, tenemos que concentrarnos en reconstruir las bases centradas en las personas”.
Recuerda que no hay que bajar la guardia durante esta cuarentena, y que la forma más efectiva de evitar un contagio de COVID-19 es con una correcta higiene; lavarse las manos, no tocarse los ojos, la nariz o la boca, y mantenerse alejado de cualquier persona que presente los síntomas.
Si padeces de algún síntoma como tos, dificultad para respirar, manifestaciones en la piel o pérdida del sentido del olfato y gusto, no dudes en contactar a un profesional de la salud para recibir orientación médica a través de nuestra app.
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Publicado por Jane E. Brody para el The New York Times.